Un cerebro por todo el cuerpo

El cerebro es un órgano fascinante del que aún nos queda mucho por descubrir. Normalmente no hacemos diferencia entre éste y el sistema que lo engloba. Reducimos su actividad a esta región, la cabeza, pero la realidad es que tenemos un cerebro por todo el cuerpo. Algo que nos interesa especialmente de él es la capacidad que tenemos de reeducarlo y modificarlo gracias a la neuroplasticidad. El cerebro ya cuenta con los mecanismos biológicos y neurológicos necesarios para adaptarse al medio, tanto al interior como al exterior. Conocerlos te dará herramientas para optimizar tu cerebro, impactando en tu cuerpo y en tu realidad.

Si ya has intentado cambiar de hábitos [dormir mejor, hacer ejercicio, relajarte, etc.] y no lo has conseguido, puede ser porque no sabes cómo sacarle mayor partido a tu cerebro y sistema nervioso. Confía, si estás aquí es porque sabes que hay algo que se te escapa. Para cambiar algo, es importante conocerlo. Y en este artículo te ayudaremos a entender mejor como es tu sistema nervioso central. Así, tenemos los sistemas nerviosos:

  • Central [SNC]: compuesto por el encéfalo y la médula espinal, recibe, integra y correlaciona distintos tipos de información sensorial. Además el SNC es también la fuente de nuestros pensamientos, emociones y recuerdos.

 

  • Periférico [SNP]: Constituido por tejidos nerviosos situados fuera del sistema nervioso central. Dentro del SNP encontramos el sistema nervioso autónomo [SNA], que se divide en:
    • Simpático: es el encargado de regular las respuestas corporales de activación.
    • Parasimpático: es responsable de volver al estado de equilibrio y conservación después de la activación del sistema simpático.

 

  • Entérico [SNE, también conocido como el segundo cerebro]: Este sistema es el menos conocido de los tres y el reconocimiento de su influencia en el sistema nervioso central es reciente. Entre otras cosas, se encarga de generar respuestas emocionales a partir de la secreción de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y varios opioides endógenos y es una parte importante de nuestro sistema inmune. Habitualmente podemos encontrar literatura que se refiere a este sistema como un cerebro en el estómago.

 

Todos estos sistemas funcionan de forma interconectada, ya que la función global del SNC es mantener el equilibrio y garantizar la supervivencia detectando cambios en el medio interno y externo. De esta forma evalúa la información y responde ocasionando cambios en músculos o glándulas. Debido a esto, si nuestro sistema no dispone de los recursos suficientes para hacer frente a cambios o para discernir correctamente qué es una amenaza real y lo que no es, estaremos desequilibrándonos continuamente, poniendo en riesgo nuestra salud física y mental. El problema es que por lo general hemos normalizado el desequilibrio como una forma de vida. Lo damos por hecho como respuesta normal a la situación actual.

Se ha normalizado el estar cansado, vivir a base de cafeína, no dormir, estar ocupado continuamente y tener dolor.

Nuestro sistema nervioso está adaptado a situaciones de estrés puntuales e incluso ese tipo de estrés puede ser beneficioso ya que nos invita a salir de la zona de confort, buscar herramientas o estrategias e incluso a darnos cuenta de nuestro potencial. Pero nuestro sistema nervioso sufre y puede llegar a colapsar cuando el estrés es sostenido y continuado. En un entorno tan volátil y con un sistema nervioso diseñado para detectar amenazas, es importante disponer de buenas habilidades y herramientas para navegar la incertidumbre, la falta de control y los cambios socioeconómicos.

Pero, ¿cómo sé si tengo un sistema de respuesta desequilibrado? Descúbrelo en este otro artículo.

 

Referencias:

Imagen | UNC Health Care