Clima emocional en el trabajo

Saber sentir para poder pensar

El modo en que un líder se relaciona con sus emociones y las de los demás es un factor decisivo para alcanzar sus objetivos. El clima emocional de los equipos de trabajo influye hasta en un 30% en su rendimiento y éste está influido en hasta un 70% por la habilidad emocional de su líder.

El líder es, por definición, el principal gestor de significado de un grupo. Da pautas para interpretar y reaccionar ante determinadas situaciones, en especial en momentos de crisis. Su éxito no depende tanto de lo que hace sino del modo en que lo hace.

La importancia de que un líder sea emocionalmente inteligente reside en el hecho de que es una suerte de moderador de las emociones de su equipo de trabajo. Y esto ocurre cuando sabe leer y aprovechar las emociones de los miembros del equipo para crear el clima de trabajo más idóneo.

Daniel Goleman

La inteligencia ejecutiva implica la capacidad de dirigir bien las acciones y establecer las metas. Trata de aprovechar la información disponible y relevante y de regular adecuadamente las emociones. Gracias a ella elegimos objetivos, diseñamos proyectos y establecemos estrategias progresivas para alcanzarlos.

Este tipo de inteligencia se asienta principalmente en los lóbulos frontales, mientras que el sistema límbico regula las emociones. La inteligencia emocional activa las rutas neuronales que conectan ambas áreas cerebrales. Mejorando nuestra relación con las emociones creamos las condiciones para establecer un buen clima emocional en el trabajo y alcanzar los objetivos.

El límbico es un sistema abierto e influenciable. Sabemos que en la interacción social nuestros ritmos corporales acaban sincronizándose. Esto se conoce como mirroring o contagio emocional. Por esto, los líderes emocionalmente inteligentes son un foco de atracción que influye en la respuesta emocional de sus compañeros. Y por ello es tan importante que manejen sus emociones con maestría. La inteligencia emocional se desarrolla en torno a la práctica y el desarrollo de dos competencias fundamentales:

1.- La personal: el modo en que uno se relaciona consigo mismo. Se apoya en el desarrollo de la autoconciencia, la confianza, el manejo de las emociones, la adaptabilidad a los cambios, la iniciativa y el optimismo.

2.- La social: el modo en el que se relaciona con los demás. Se apoya en el desarrollo de la empatía, el servicio, el compromiso con la visión y misión organizacional, la gestión de conflictos, la capacidad de trabajo en equipo y la creatividad.

Que una organización sea emocionalmente inteligente es una de las principales responsabilidades de un líder. De él o ella depende que ésta identifique su realidad, articule su visión ideal y propicie que sus integrantes descubran su papel en ella. Una organización emocionalmente inteligente está convencida y orgullosa de sus capacidades. Reconoce sus puntos fuertes y débiles y sabe convivir con un nivel de tensión adecuado. Suficiente para mantener su competitividad sin afectar a la salud de sus miembros. La compresión intelectual pierde valor si las emociones bloquean su uso. Por esto recuerda:

Hay que saber sentir

para poder pensar.