El mindfulness y las pulgas

A pesar de su tamaño, las pulgas son criaturas astutas y con gran potencia de salto. Si las colocas en un tarro, no tardarán en saltar al exterior, pero si tapas el tarro comprenderán, tras intentarlo repetidas veces, cuál es el limite y comenzarán a saltar justo hasta por debajo la tapa. Esto tiene su sentido, ya que no pueden hacer mucho más. El problema es que si retiramos la tapa, siguen saltando por debajo del nuevo límite sin que nada les impida saltar al exterior.

Esta historia nos puede ayudar para describir muchas situaciones que se producen en el ámbito de la empresa. Muchas veces se implantan programas de cambio con la intención de adaptarlos a los nuevos tiempos y necesidades pasando de un estilo basado en el ordeno y mando a un estilo más abierto y participativo y esperamos que las personas desarrollen su creatividad y tomen decisiones.

Lo intentamos, incluso premiamos los comportamientos alineados con la iniciativa, pero nos sentimos frustrados porque observamos que no hay ningún cambio relevante. En muchas ocasiones las personas nos seguimos comportando como la pulga dentro del bote, como si no nos diéramos cuenta de que la tapa ya no está.

A veces es más difícil darse cuenta de que podemos saltar, que saltar

Darse cuenta parece sencillo, pero cuando estamos inmersos en las tareas del día a día, cuando vamos corriendo a todas partes resulta complicado, incluso aunque alguien nos señale la salida y nos diga que si saltamos un poco más alto seremos libres. Es más, es probable que si alguien nos lo señala, reaccionemos de forma impulsiva y automática diciendo: no tengo tiempo ni para respirar, estoy muy cansado, no tengo tiempo para nada.

Para que el cambio se produzca es importante tomar conciencia de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, en la organización. Este darse cuenta, es un auténtico punto de inflexión, y tiene una relevancia absoluta.

¿Cómo puede ayudarnos el mindfulness?

Cuando nos observamos sin juicio y exploramos nuestro mundo interior, nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y reacciones, comenzamos a ser conscientes de nuestros automatismos y de los límites que nos imponemos. Comenzando a observarnos con curiosidad y con mente de principiante, será más sencillo desarrollar nuestra creatividad, encontrar la actitud adecuada y encontrar también más y mejores formas de salir de nuestros círculos viciosos.

Además, como tenemos la suerte de no ser pulgas, no necesitamos esperar a que alguien saque la tapa de nuestro bote. Un liderazgo consciente nos permitirá darnos cuenta de la realidad, realizar los cambios necesarios y saltar hacia donde queremos estar.

Lino Pazó Pampillón