Un buen diseñador debe pensar como usuario, no como diseñador

En tiempos de cambio, necesitamos ideas nuevas. Si definimos problemas de manera convencional y ordinaria, lo más probable es que las soluciones también lo sean.

En 1860, un grupo de expertos se reunía en Nueva York para debatir el futuro de la ciudad. Todos coincidían en que, en 100 años, la ciudad desaparecería. Los argumentos atribuidos eran simples. Si la población seguía creciendo al mismo ritmo que entonces, necesitarían seis millones de caballos para trasladar a toda la población de Nueva York a los alrededores. Y es que seis millones de caballos producen toneladas de estiércol, imposibles de gestionar! A día de hoy, por otro lado, Nueva York es uno de los centros neurálgicos del mundo moderno.

Muchas veces fracasamos en el diseño de soluciones, lanzamos proyectos innovadores que al poco tiempo se estrellan o quedan obsoletos. Ocurre en todos los contextos, no solo en proyectos tecnológicos. Para resolver problemas complejos, debemos dar rienda suelta a la creatividad, ser innovadores y divergentes en la propuesta de soluciones. ¿Pero, cómo? ¿Cómo hacer que un proyecto o un producto tenga éxito y sea útil para la sociedad?

Ernesto Sirolli cuenta en este vídeo cómo sucedio su experiencia en África para reflejar la importancia de saber escuchar antes de comenzar a emprender cualquier proyecto. Su equipo llegó a Zambia con un proyecto de cooperación para desarrollar la agricultura, con la intención de salvar a miles de personas de la hambruna. El experimento fue un éxito, hasta que, de la noche a la mañana, apareció un grupo de hipopótamos arrasó la cosecha. Esa era la razón por la cual los zambianos no practicaban la agricultura en aquellas zonas. El problema fue que Eduardo y su equipo no habían hablado antes con los lugareños sobre su manera de cultivar.

Antes de comenzar a generar ideas, debemos entender el problema, el contexto y las necesidades de las personas.

Cómo conseguirlo?

Si definimos problemas de manera convencional y ordinaria, lo más probable es que las soluciones también lo sean. Formular preguntas interesantes puede ayudar al equipo a proponer ideas más originales. Se trata de dar rienda suelta a la creatividad de las personas. El Design Thinking es una herramienta de trabajo que permite diseñar proyectos y resolver problemas de manera innovadora, enfocándose en la satisfacción del cliente y la aportación de valor añadido. Este método consta de 5 fases bien definidas, que se desarrollan de forma cíclica, no necesariamente lineal:

1.- Empatizar | El proceso comienza centrándose en las personas

Debemos comprender las necesidades de los seres humanos, la cultura y el contexto, para garantizar la utilidad de nuestro proyecto. Esto implica romper con el comportamiento pasivo tradicional, que mantiene en la distancia al fabricante y el consumidor, y cambiarlo por un
enfoque proactivo y empático. Los diseñadores deben hacerse preguntas sobre el destinatario final, antes de actuar.

2.- Definir | Determinar sus problemas e ideas

Para entender realmente la naturaleza del problema y definirlo de manera adecuada, es necesario sacar el proyecto de las manos de los diseñadores, y cedérselo al conjunto de la comunidad. De nada sirvió el proyecto de Eduardo Sinelli para terminar con la hambruna en Zambia sin contar con la colaboración de la gente local.

3.- Idear | Producir ideas que deriven en soluciones útiles e innovadoras

El proceso de generación de ideas se enmarca en una dinámica de discusión y debate, entre todos los agentes implicados, y no solo los diseñadores. En este momento se aborda también la puesta en común de aspectos críticos que garantizan la efectividad y viabilidad del proyecto, esto es, si se puede llevar a cabo o no en la realidad. Esto puede evitar sesgos de información, como el sobreoptimismo o la fijación de primeras ideas, habituales entre los altos cargos.

4.- Diseñar | Desarrollar un prototipo

Esta fase consiste en crear una versión reducida del producto para probarla en la realidad. Por mucho que durante horas hayamos analizado los pros y los contras de nuestro proyecto, solamente conoceremos sus debilidades y fortalezas si lo sometemos a prueba. Por ello, cuanto antes probemos, antes rectificaremos y antes lanzaremos proyectos eficaces. La clave está en la rapidez y el bajo coste.

5.- Probar | Aplicar el prototipo en la vida real y analizar sus resultados

Todo el feedback recibido nos sirve para realizar modificaciones que luego se traducen en valor añadido para el usuario final. La prueba y evaluación hacen del pensamiento del diseño un proceso cíclico, y no lineal, con mayores probabilidades de eficacia.

Mejor hecho que perfecto