Una vez que tenemos claro el propósito y el valor que aportamos a nuestros clientes, es fundamental diseñar procesos eficientes y sostenibles. Para lograrlo debemos establecer flujos de trabajo que minimicen el desperdicio, reduzcan la variabilidad y eviten la sobrecarga, garantizando así calidad, seguridad, eficiencia y eficacia mientras maximizamos el valor añadido. Es esencial, por tanto, adoptar una visión de conjunto que trascienda las tareas individuales. No se trata solo de cumplir con nuestro rol, sino de entender cómo nuestras acciones impactan a quienes nos preceden y a quienes nos siguen en el proceso. Preguntarnos: ¿cómo me gustaría recibir el trabajo de la etapa anterior? ¿Cómo puedo facilitar el trabajo a la siguiente persona o área?