Por muy bien que hayamos planificado siempre surgirán obstáculos que dificultarán la consecución de nuestros objetivos. La clave no está en evitarlos, sino en abordarlos de manera estructurada, identificando sus causas raíz y aplicando soluciones definitivas en vez de parches temporales. En lugar de ocultarlos o ignorarlos fomentamos una cultura de transparencia en la que cada error se convierte en un punto de partida para innovar y mejorar nuestros procesos. Al enfrentar los problemas de manera proactiva la organización no solo mejora la calidad, la eficiencia y el valor añadido aportado a los clientes, sino que también empodera a sus empleados, quienes se sienten parte activa del proceso de cambio.
Reconocer y solucionar los problemas para robustecer nuestros procesos y mejorar nuestro servicio. Convertirse en una organización que aprende a través de la reflexión constante y de la mejora continua.
Lino Pazó
Para lograrlo es esencial adoptar metodologías concretas, la aplicación de un enfoque estructurado, el desarrollo de hábitos de pensamiento científico, ayudar a los equipos a establecer metas desafiantes, analizar su situación actual, experimentar soluciones y adaptarse de manera ágil a los cambios.
En definitiva, los problemas son el motor de la mejora continua y la base para alcanzar la excelencia. Pero la mejora no solo se limita a procesos y sistemas, sino que entrenamos a las personas en habilidades clave para ‘aprender a aprender’, a pensar estratégicamente y a desarrollar soluciones innovadoras.